Con toda la sobreinformación, las afirmaciones y los mitos que circulan en las redes sociales, una nueva tendencia de cuidado capilar se impuso entre los influencers. Conocido como co-wash, el método consiste en lavarnos el pelo solamente con acondicionador. 

¿El motivo? Acabar con el uso desmedido de compuestos químicos que -para retirar la suciedad- son comunes en las marcas de shampoo. “Se trata de una cuestión natural y que va a tono con los hábitos de consumo consciente. Durante su elaboración, al shampoo se le agregan surfactantes y sustancias similares a los detergentes -explica la esteticista Ana Gutiérrez Franco-. El resultado es un producto abrasivo que trae como consecuencias un daño en el PH, el resquebrajamiento de las puntas y la resequedad del cuero cabelludo”. Por eso, agregados como la silicona, el sulfato y el parabeno se vuelven malas palabras.

En cuanto a la aplicación de esta nueva tendencia, nuestros hábitos en la ducha no varían demasiado, ya que solo necesitamos aplicar dos cremas de enjuague. Una destinada a la limpieza y la segunda -de consistencia más densa- para la hidratación.

Las instrucciones son sencillas, pero en palabras de los peluqueros, atentan contra el histórico protocolo de “lavar, tratar y texturizar”. “Es imposible prescindir de un producto lavante en el cuidado del cuero cabelludo. La higiene es la base de cualquier pelo fuerte y se vuelve necesaria por los excesos de polución en el ambiente”, declara el estilista Jorge Ávalos quien tilda a estas viralizaciones como “aplicaciones sextas”: son capaces de enganchar a los consumidores sin contar con la información necesaria.

Él experto considera que el co-wash podría desencadenar en un efecto rebote y afectar (por la grasitud extrema) el proceso de secreción y de crecimiento de los folículos. “Hay otras alternativas botánicas que siguen el proceso tradicional y se producen a partir de flores, de frutas y de aceites esenciales”, agrega Ávalos.

JABÓN SÓLIDO. Las pastillas (de 60 gramos) pueden durar 2 meses.

Dueña de una cabellera ruluda y cobriza, Natalia Plats fue una de las curiosas que aceptó el desafío. “Al comienzo sentís que la textura del pelo es rara. Mis mechones parecían de paja y súper rígidos. Tengo que bancarme ese efecto. Lo positivo es que ahora mis ondas se mantienen intactas y disminuyó el freeze”, detalla la estudiante universitaria, luego de dos semanas de detox capilar. Precisamente, en sus orígenes el método estaba destinado exclusivamente a mujeres con rulos y con el paso del tiempo se fue extendiendo a otros tipos de cabello.

No para cualquiera

En paralelo, otra de las tendencias elegidas por los jóvenes es el no-poo. Sugerencia estética en la cual el shampoo se sustituye por recetas caseras, como agua con bicarbonato, cebollas, mayonesa o aceites. Un menú poco apetecible que Luciana Torres Paz utilizó por una semana. “En YouTube hay cientos de tutoriales en los cuales te untás alimentos. Entre ellos, algunos inventos son bastante asquerosos. En mi caso, desde que practico el co-wash siento que mi pelo ya no necesita aportes extras, como protectores térmicos, baños de crema o geles para peinar”, asegura la fotógrafa.

Negociación sólida

Con tantas opiniones contrapuestas, los beneficios del co-wash siguen en discusión. Aunque aún podemos llegar a un punto de consenso. La respuesta está en el shampoo sólido.

“Las etiquetas de las marcas típicas del supermercado dicen cosas como que contienen aceite de palta, coco o argán. El tema es que están en cantidades ínfimas y el resto de ingredientes -como los derivados del petróleo- actúan impermeabilizando las fibras. Esas sustancias impiden la absorción total de los nutrientes”, detalla Yanara Cabo, empleada de "Aguaribay cosmética natural". Una cooperativa de trabajo femenino que produce bálsamos, emulsiones corporales y jabones con sello verde.